1971: Una noche en la Avenida Corrientes, el corazón vibrante de Buenos Aires

La fotografía de 1971 nos transporta a una noche típica en la Avenida Corrientes, la arteria que nunca duerme en la ciudad de Buenos Aires. Las luces de neón bañan la escena. Un colectivo de la línea 29, destacándose entre el bullicio de peatones que, abrigados contra el frío, se apresuran entre la multitud.

En primer plano, un cartel de estacionamiento anuncia una tarifa de $1,50 la hora, un precio que hoy suena casi increíble, pero que entonces era reflejo de una economía distinta. A lo lejos, las pizzerías como El Padrino, con su característico aroma a muzzarella, invitan a los transeúntes a refugiarse en sus mesas y disfrutar de una porción caliente después del cine o el teatro.

Las luces del cine Graf brillan con fuerza, anunciando la cartelera de la noche. Era una época dorada para el cine en Buenos Aires, cuando las grandes salas de Corrientes reunían a vecinos y visitantes en torno a películas nacionales y extranjeras. No lejos de allí, una juguetería llama la atención con vitrinas llenas de trenes eléctricos, muñecas y juegos de mesa, pequeños tesoros que fascinan a niños y despiertan sonrisas nostálgicas en los adultos.

En 1971, la Avenida Corrientes era más que una calle; era un espejo de la cultura porteña, un lugar donde convivían lo cotidiano y lo extraordinario. Las pizzerías, los teatros, los cines y los colectivos eran piezas fundamentales de un rompecabezas urbano que nunca dejaba de moverse.

Hoy, esta fotografía no solo captura una escena de la vida nocturna de hace más de 50 años, sino también un espíritu, una esencia que aún persiste en Corrientes: la de ser el latido constante de una ciudad que nunca pierde su magia, ni siquiera en las noches más frías.