1900: La herrería, el corazón del trabajo artesanal en Buenos Aires
La fotografía de 1900 que muestra a un herrero concentrado en su labor, golpeando una varilla de hierro sobre un yunque mientras el fuego del horno arde intensamente a su espalda, es una ventana al Buenos Aires de hace más de un siglo. En un tiempo donde la industrialización apenas comenzaba a transformar el paisaje urbano, las herrerías eran indispensables para la vida cotidiana y el desarrollo de la ciudad.
En la imagen, el herrero aparece robusto y curtido, con un delantal de cuero que lo protege del calor abrasador y de las chispas que saltan con cada golpe de la maza. Detrás de él, un horno imponente, alimentado con carbón. La chimenea, alta y funcional, expulsa el humo al cielo porteño, señalando desde lejos la ubicación de este espacio de creación y trabajo.
A finales del siglo XIX y principios del XX, la herrería era una de las profesiones más respetadas y necesarias. En una Buenos Aires en expansión, los herreros producían desde herramientas agrícolas y herrajes para puertas y ventanas hasta piezas más elaboradas, como rejas ornamentales y piezas de carruajes. En un contexto donde el transporte aún dependía en gran parte de caballos, las herrerías también eran esenciales para la fabricación y reparación de herraduras.
La escena de esta fotografía refleja no solo el oficio en sí, sino también el entorno que lo rodeaba. El olor a hierro caliente y carbón debió mezclarse con los sonidos de la ciudad en crecimiento: el repique de los martillos, los pasos de los transeúntes y el rodar de los tranvías.
El trabajo del herrero requería fuerza, precisión y experiencia, pero también creatividad. Cada golpe de la maza sobre el hierro candente daba forma a objetos que combinaban funcionalidad y, muchas veces, belleza. Las rejas de los edificios históricos de Buenos Aires, todavía visibles en algunos barrios antiguos, son testimonio de esa mezcla de arte y utilidad que los herreros de la época dominaban con maestría.
Esta fotografía, además de documentar un oficio esencial, captura el espíritu de una época en la que la ciudad se construía con manos laboriosas y oficios tradicionales. El herrero, con su horno encendido y su yunque resonante, simboliza la dedicación y el esfuerzo que dieron forma a los cimientos de la Buenos Aires moderna.
Hoy, aunque las herrerías tradicionales han sido en gran parte reemplazadas por procesos industriales, esta imagen nos invita a valorar la historia detrás de cada reja, herramienta o pieza de hierro forjado que aún sobrevive en la ciudad, como un eco de aquellos días en los que el fuego y el martillo transformaban el metal en arte y funcionalidad.